Consumo, consumo, consumo.
Un ejemplo.
El año pasado se fabricaron en el mundo más de 80.000 millones de prendas de vestir.
Eso supone más de 11 prendas nuevas para cada habitante. Ahora plantéate que hay miles de millones de personas que hace mucho que no se compran ropa nueva.
Y que esa ropa está hecha por personas que cobran menos de 45 $ al mes y que muchos viven en las fábricas en las que trabajan.
Pero a las empresas aún les parece caro y se están planteando trasladar las fábricas desde India, Laos o Bangladesh a Kenia que aún es más barato.
Y todo porque queremos consumir mucha ropa pero no estamos dispuestos a pagar más de 9,90€ o 19,90€.
Otro ejemplo.
En España, la vida media de un smartphone es de menos de 18 meses.
El transbordador espacial, en sus inicios, tenía cinco procesadores para controlar toda la nave.
Hoy muchos teléfonos móviles tienen 8 procesadores. Y no nos parecen bastante rápido.
Pero para hacerlos hace falta un mineral llamado coltán. Para obtenerlo, muchos niños en África se pasan su infancia trabajando en minas y fábricas de procesamiento.
Y muchos no llegan a la edad adulta.
¿Quiere esto decir que no hay que hacer regalos en Navidad?
Por supuesto que no, pero cuando quieras hacer regalos me permito sugerirte una pequeña lista de comprobación:
- ¿Es algo que va a ayudar a la persona que lo recibe a crecer en algún sentido (espiritual, emocional, profesional, etc.)?
- ¿Realmente lo necesita? Si ya tiene otro elemento parecido espera a que haya que reponerlo.
- ¿La persona que lo ha fabricado lo ha hecho en condiciones dignas (laborales, de seguridad, etc.)?
Aunque recuerda que, por encima de las cosas, el mejor regalo que puedes hacer a alguien es tu tiempo y tu amistad.
Raramente una colonia de lujo ha cambiado una vida en la forma en la que un abrazo o una palabra de consuelo lo pueden hacer.
Y cuando recuerdes los buenos momentos nunca vendrá a tu memoria un smartphone, pero siempre recordarás las enseñanzas y el amor de tus amigos.